Los pueblos originarios consideraban al caldén como un “árbol
sagrado” para su cultura, y realizaban un aprovechamiento natural de sus frutos, leña y de su sombra, evitando la tala de la especie.
Estos pueblos, que tenían una economía de subsistencia, hacían un uso extensivo del bosque y su impacto probablemente haya sido mínimo, siendo los principales disturbios los ocasionados por la utilización del fuego para la caza, esencialmente ñandú y guanaco.
A partir del destierro de los pueblos originarios comenzó una gran repoblación de las tierras originadas por los grandes intereses económicos, desarrollándose la colonización agrícola, con un fuerte
avance hacia el oeste, con la explotación de los bosques de caldén.
La fragmentación del caldenal comenzó a principios del siglo XX, con el desmonte para la explotación forestal, la construcción de caminos y luego la incorporación de grandes áreas a las actividades agropecuarias. Los incendios forestales y las malas prácticas de quemas profundizaron este proceso, como así también
las picadas internas de los terrenos que dividen las masas boscosas.
La extensa red ferroviaria que determinó la geografía del caldenal hasta la mitad del siglo XX, está hoy prácticamente desmantelada.
La actividad forestal se desarrolló fuertemente en la primera mitad del siglo XX, cuando los bosques de caldén fueron muy explotados debido a la calidad de su madera, para la fabricación de muebles, pisos de parquet, adoquines, colmenas, carbón, postes para alambrados, instalaciones para ganado y leña.
El caldenal es utilizado tanto para la producción de madera, como para el desarrollo de ganadería extensiva explotando los pastizales naturales.
Diferentes actividades humanas como el desmonte para la reconversión de tierras, la extracción selectiva, el sobrepastoreo y los incendios forestales, han contribuido a la reducción de la superficie boscosa total y degradaron cualitativa y cuantitativamente los
bosques remanentes de caldén.
Esta progresiva degradación del ecosistema tuvo importantes impactos socio-económicos. Afortunadamente, en los últimos años se observa una tendencia a la creación de nuevas áreas protegidas y el desarrollo de una legislación cada vez más protectora del recurso forestal, relacionado con una mayor preocupación de la sociedad por los problemas ambientales.
Durante las primeras décadas de este siglo fueron la extracción selectiva de madera, la cría de ganado y la modificación del ciclo natural de fuego las causas principales de los cambios en la composición florística y estructural del caldenal, mientras que los principales procesos de degradación ambiental actuales se vinculan a una fuerte presión de uso de los suelos.
El cambio en el uso del suelo fue en general precedido por la explotación selectiva y el empobrecimiento y degradación del bosque, que suele considerarse como un freno a las actividades productivas. En la actualidad los bosques de caldén están siendo
amenazados por la extensión de la frontera agrícola favorecida por los valores de mercado de los productos agropecuarios, el aparente
incremento de las precipitaciones en la región en los últimos años y la utilización de nuevas tecnologías, permiten el uso de áreas que en el pasado no eran deseables para cultivos.
Desde un punto de vista ecológico, la desintegración del caldenal no necesariamente llevaría a una pérdida de diversidad biológica vegetal, pero podría estar afectando otros componentes de la diversidad biológica como aves y vertebrados.
Además en el caso del caldenal, coligado a un masivo desmonte
afectaría el paisaje natural.
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